La evaluación de riesgos es el primer paso en
la gestión preventiva, es la primera obligación para afrontar una postura
activa frente a los riesgos laborales. Su consecuencia es la planificación de
las medidas preventivas manteniendo un control permanente sobre los riesgos.
Debe existir una metodología que contemple
con carácter general e individualizado las características de todos puestos de
trabajo, disponiendo de la información necesaria para la toma de decisiones.
No se trata de evaluar como mera obligación
formal al inicio de la actividad realizando una simple descripción de los
riesgos. El proceso de evaluación debe ser una actividad continua, dinámica y
versátil, que mediante un juicio crítico, permita estimar la magnitud de los
riesgos. Puesto que los cambios en los
procesos de trabajo son frecuentes, debe ser actualizada permanente, formando
parte de la planificación. Debe convertirse en un método dinámico para la
detección de nuevos riesgos, como respuesta inmediata ante nuevas condiciones
de trabajo.
Deben examinar las características de la
actividad o centro de trabajo estableciendo parámetros o puntos de referencia
genérica, pero al mismo tiempo deben estudiarse los riesgos de manera
individualizada por puesto de trabajo y trabajador como persona con
características propias en su aptitud física y profesional.
Para realizar una evaluación de riesgos, se pueden seguir las siguientes pautas:
1.- Planificar: Se ha de definir una
metodología, calendario y mecanismos de revisión. El empresario decidirá si la
realiza el mismo o para realizarla designa a alguno de sus empleados. Puede
recurrir igualmente a servicios externos, opción aconsejable si se precisan
conocimientos especializados o se debe enfrentar a cuestiones políticamente
delicadas donde una recomendación independiente será posiblemente mejor
aceptada por su objetividad. Es recomendable también aprovechar la experiencia
y conocimiento de las personas que supervisan directamente el trabajo del
personal y de los propios trabajadores.
El procedimiento de evaluación y criterios
de valoración deberán consultarse a los representantes de los trabajadores. Su
participación en el proceso de evaluación, del que es responsable la empresa,
dejará la puerta abierta para su implicación.
2.- Recoger la información: Se deben recopilar
todos los datos y toda la documentación útil existente. Se analizará la
actividad confeccionando una lista de actividades y de empleados o puestos realizando
observaciones mientras el trabajo se está llevando a cabo, comprobando los
procedimientos establecidos y recogiendo los datos oportunos sobre el lugar de
trabajo, equipos, instalaciones, material, maquinaria, tecnología, herramientas,
formación, medidas de control existentes, actividades de alto riesgo, acceso a espacios
restringido, etc. No deben pasarse por alto tareas como la limpieza fuera de
las horas normales de trabajo o los departamentos auxiliares como el de
recogida de basuras.
Se deben analizar los factores psicológicos,
sociales y físicos que puedan causar tensión en el lugar de trabajo, así como
la organización: trabajo sujeto a modificaciones, repetitivo, estacional, etc.
3.- Identificar los peligros: Se debe
estructurar la información disponible para estudiar todos los elementos
peligrosos en todos los aspectos del trabajo:
a) Elementos peligrosos, riesgos existentes
y modo en que surgen.
b) Interacción de los trabajadores con los
materiales utilizados e interacciones entre trabajadores.
c) Pautas de trabajo para identificar el
tipo, probabilidad, frecuencia y duración de la exposición a distintos peligros.
d) Relación entre la exposición a un
elemento peligroso y sus efectos.
e) Las observaciones deberán compararse con
los criterios existentes para garantizar la salud y seguridad: requisitos
legales, normas, orientaciones, códigos de prácticas correctas, niveles de
exposición a riesgos profesionales, normas específicas del sector, instrucciones del fabricante, publicaciones, bases
de datos sobre salud y seguridad (HASTE, GESTIS, SAFEPEC), directrices de
organismos o institutos nacionales competentes, datos de accidentes e incidentes,
manuales, procedimientos operativos, datos de medición o datos anónimos de
vigilancia sanitaria.
f) Es fundamental consultar a los
trabajadores quienes conocen elementos peligrosos difíciles de descubrir
por su
naturaleza.
4) Identificar las personas expuestas: Se debe relacionar nominalmente todos los trabajadores que desempeñan un puesto de trabajo objeto
de la evaluación, incluyendo grupos de personas con un riesgo especial, para
conocer la incidencia de las condiciones de trabajo en su salud. Se pueden
agrupar los puestos de trabajo cuyos trabajadores están expuestos a los mismos
riesgos.
5) Evaluar los riesgos: Se deberá hallar
la magnitud del riesgo en función de criterios objetivos de acuerdo a los
condicionamientos técnicos y el consenso de los trabajadores. Habitualmente se
valoran como criterios frecuencia de exposición al riesgo, las consecuencias en
caso de que éste se concrete y la probabilidad de su desencadenamiento.
En cualquier caso, se deberá incluir la realización
de las mediciones, análisis o ensayos que se consideren necesarios
(evaluaciones específicas y cualquier tipo de análisis o ensayos necesarios),
salvo que se trate de operaciones, actividades o procesos en los que por la
apreciación directa del profesional acreditado permita llegar a una conclusión
sin necesidad de recurrir a dichos procedimientos.
Habrá que tener en cuenta a la hora de
evaluar, la fiabilidad e idoneidad de las medidas de prevención
existentes.
6) Determinar prioridades y decidir las medidas a adoptar:
En la mayoría de las situaciones, los riesgos se pueden reducir de diversas maneras.
Siempre a la hora de proponer medidas deben tenerse en cuenta los principios de
la acción preventiva.
Puesto que los recursos de las empresas son
limitados, hay que prestar especial atención viabilidad económica, técnica y
operativa. Las prioridades deben ser correctas en función de la gravedad y
probabilidad del riesgo, consecuencias del incidente, número de personas que
podrían resultar afectadas y el tiempo necesario para adoptar dichas medidas.
7) Registrar y comunicar la evaluación: El registro de los
resultados es un instrumento de gran utilidad, al demostrar que todos los
riesgos han sido evaluados e indicar los criterios empleados. Lo normal sería
considerar que los elementos que no figuren no constituyen motivo de
preocupación, aunque su exclusión deberá poder justificarse.
Estarán a disposición de los representantes
de los trabajadores y los trabajadores afectados serán informados del resultado
y medidas adoptadas referidas a su puesto de trabajo.
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